Un libro perfecto 5
Írgend explica el contenido del Libro perfecto y lo compara con otros escritos.
No hay que exagerar. Después de todo, ¿qué se puede esperar de un libro que se califique de perfecto más que descubrir que en realidad no lo es? Pero vamos por partes, intentaré hacer mis comentarios de la forma más completa posible sin revelar detalles del contenido.
Podemos empezar con una perspectiva global de la obra a través de sus diversos autores en cuanto a la estructura externa. No es sorprendente que la mayor parte de las versiones se atienen a una estructura decididamente básica en cuanto a la tradición narrativa danzilmaresa. La primera versión comienza con una prolepsis que es en realidad un falso final, el cual se va dibujando poco a poco durante el resto del cuerpo de la obra. Esta técnica es común en las épicas danzilmaresas de su tiempo. De hecho, el comienzo es bastante parecido al inicio del Midránks[15], cuyas primeras líneas son las siguientes:
De los labios de la sacerdotisa Kiúra salieron los espíritus que hicieron sonar al Midránks. Se impregnaron los oídos del tiempo con su sonido arrullador como los bostezos del mar. La recién despertada tierra remontó su vuelo desde el fondo del mar. Recuperó su lugar en la superficie. Todos la contemplaron. Los pájaros impacientes no esperaron para hacer sus nidos en los árboles aún húmedos de océano.
Nótese la falta de nexos entre las oraciones que le da un ritmo pausado al texto, tan típico de las primeras epopeyas de nuestro país. Eso es esencialmente el primer intento del libro perfecto: una epopeya más que después, con la influencia de los años, renegó de sus orígenes.
Pero esto fue muy lento. Las siguientes versiones prácticamente se limitaron a pulir detalles de la aventura; agregaron peripecias y hazañas de los héroes, manteniendo aún un estricto control sobre la estructura tradicional. No es sino hasta llegar a la Gran unión[16] que observamos un cambio drástico en la estructura, coincidiendo con el surgimiento de la nueva epopeya danzilmaresa. La diferencia más notable fue su obsesivo uso del Hyartyú[17]. Éste nuevo estilo de escritura tenía la premisa de que la palabra es no sólo un objeto de belleza e información, sino también un estorbo cuando se trataba de transmitir los auténticos sentimientos y verdades de una mente a otra. El enfoque que adoptó la literatura de esta gran época fue la de utilizar un lenguaje tan exagerado, usar palabras muy raras o inventárselas, e implementar en todo momento estructuras sintácticas hiperbáticas de manera que todo cuanto se dijera se convirtiera en un rompecabezas de signos y significados, los cuales era deber del lector u oyente descifrarlos. Este estilo nuevo fue tan popular y alcanzó niveles tan profundos en la sociedad de su tiempo, que esa época es conocida como la era del Hipérbaton, y la marca que dejó en el lenguaje fue tan profunda que hoy en día se puede decir con tranquilidad que la lengua danzilmaresa posee en realidad dos gramáticas, una regulada y una “desordenada”, y nuestra habla de hoy en día es una mezcla de esas dos gramáticas[18]. Pero volvamos al tema. Las nuevas versiones del libro perfecto fueron arrolladas por esta nueva reforma literaria. Un buen ejemplo de esto es un fragmento sacado de La tortuga de plata[19]:
Con candor, violencia, tuétanos de los huesos, desde; del caparazón a los cimientos, a la tortuga temblar sintióse. De aquellos ojos-cerrantes miedosos, tierravolaban las tripas que en carrera con el pavor huían. En las cuencas de la tortuga, en fuego de sol, los vacíos llenáronse humo-llorantes. La cabeza cayere, temían; mundo más no habría, pues.
Pocos son suficientemente fanáticos de esta época para aventarse este tipo de escritura durante cientos de páginas, y el libro perfecto de mi abuelo se dejó llevar por esa moda hasta sus últimas consecuencias.
Salvo por la lentísima normalización hacia una escritura más comprensible que siguió a esta moda antigua, hubo pocos cambios en las versiones del libro perfecto. No fue sino hasta llegar al siglo XVI que volvemos a ver otro salto significativo, ocasionado en parte por los nuevos problemas que afrontaba la isla que volvió a “separar” a las dos penínsulas, pero sobre todo por la llegada de los europeos a Danzílmar y el comienzo de la era comercial con el resto del mundo.
No hace falta mucha explicación para comprender por qué las artes en Danzílmar se vieron afectadas (tanto en buen como en mal sentido) por la presencia de los extranjeros. Tampoco es necesario ponerme a detallar todos los cambios en la sociedad que tuvieron lugar durante los siguientes dos siglos. Ocurrió como ocurre casi siempre con todas las colonizaciones: vienen los españoles e instalan su mando al sur, los portugueses se reparten partes de la península occidental y los ingleses se la disputan, los japoneses quieren su rebanada de la península oriental pero China también quiere su parte; los acuerdos se vuelven un embrollo y estallan los conflictos; los Kényi apoyan a los extranjeros antes que a su pueblo, el pueblo se enoja y estallan aún más conflictos; Japón logra expulsar a China de la península; Inglaterra expulsa a Japón; España expulsa a Portugal; las lenguas de los países restantes se hacen de uso obligatorio, el pueblo se resiste y finalmente el Kény de turno confronta a los extranjeros, estos reaccionan mal y el pueblo sigue sufriendo; Inglaterra finalmente se harta de España y la expulsa, y una vez debilitada por esa guerra, Danzílmar finalmente combate contra Inglaterra; “ganamos” y declaramos nuestra “independencia”, y lo que sigue ya es otra historia.
Volviendo a lo que nos interesa, si pudiera resumir la literatura de aquella época en pocas palabras, sería de la manera siguiente: nacionalismo ad nauseam.
La búsqueda de una expresión y una mentalidad danzilmaresa en una época de ocupación extranjera provocó que la literatura fuera vista como un medio para mantener el recuerdo de nuestra identidad, tanto rememorando las épocas pasadas como inventando futuros optimistas. Una de las vertientes más importantes retomó la tradición de las antiguas leyendas y mitos y las plasmó en narraciones adaptadas a las circunstancias de la nueva condición del país. Entre los mejores ejemplos está Yarái, una de las primeras narrativas propiamente consideradas novelas de Danzílmar, que trata de una niña, de nombre homónimo al del libro, que vive durante la ocupación portuguesa en la península occidental, y relata con extraordinario detalle los aspectos más importantes de su sociedad, tanto lo bueno como lo malo, pero siempre de manera realista. Después, Yarái es visitada por un espíritu Haúten[20] y la novela empieza a mezclar elementos sobrenaturales con el realismo, de ese modo narra las inverosímiles aventuras de Yarái en compañía de ese espíritu, y su convivencia día a día con su familia, sus compañeros de colegio, y con Joao, un niño portugués por el que desarrolla sentimientos románticos. Durante la mayor parte el libro, Yarái tiene problemas porque ella es la única capaz de ver y oír al Haúten, retratándose en los padres, por medio de esa ceguera, el abandono a su identidad danzilmaresa en pos de adoptar poco a poco la de los extranjeros. Al final, tanto la familia de Yarái como Joao son capaces de ver al Haúten en un desenlace que se me antoja demasiado flojo, donde finalmente se descubre en todo su cinismo la intensión del autor, que se puede resumir con este pequeño fragmento de los últimos párrafos:
“En un mundo donde nos estamos convenciendo de que lo que ven nuestras nucas no existe, donde la novedad nos deslumbra y oprime, donde pensamos que la amnesia es la cura para poder abrirnos al mundo y conocer sus virtudes y pecados, es necesario recordar que en nuestra propia tierra, la tierra del moa y del ipolotám, donde la montaña y el mar se unen, existe todavía, muy escondido en el corazón de sus hijos, el aliento de vida del dios Áikan.
Desafortunadamente su autor, el polémico Kórang Dyí[21], no vivió lo suficiente para ver cómo sus textos influyeron en el espíritu de sus contemporáneos.
Traigo todo esto porque el libro perfecto, al llegar a esta época, se vio arrollado por esta misma corriente nacionalista, no de un estilo similar al de Koráng Dyí (que, con todo y sus finales sermoneadores, seguía siendo en general sutil e inteligente), sino que pasó por manos de autores que, a todas luces, no tenían una sola pizca de sutileza; para ellos el cinismo y la sátira, cuando no la burla gratuita, fueron el leitmotiv central con el que impregnaron al libro perfecto. En sus surrealistas mezclas entre el realismo y la fantasía, el drama y la comedia, el romance y la muerte, nacía un estilo cuya extravagancia me impide encontrar ejemplos de la época similares; literalmente hicieron todo lo que el resto de la comunidad literaria de aquel tiempo no hubiera aceptado hacer: lo extraño por lo extraño, lo triste y lo alegre por lo triste y lo alegre; o sea, cualquier cosa era el fin de cualquier cosa. Debería darle crédito al libro perfecto por haber anticipado una tendencia que no sería utilizada hasta varios siglos después, pero el gran desprecio que presentaban por las formas, y la poca importancia que le daban a la creación de historias con sentido, así como su manía por evitar a toda costa toda tesis racional y todo debate honesto, me dejaron con un sabor agridulce. Sin importar lo novedoso de su propuesta en cuanto al atrevimiento de ser extraños sin más propósito que ser extraños, no puedo dejar de pensar que el libro perfecto en este periodo en el fondo no habla sobre nada, no hubiera sido útil para nadie, no decía nada nuevo sobre el universo humano y hasta parecía en contra de siquiera intentarlo.
Mucho tiempo me quedé reflexionando sobre qué pudo haber causado este misterioso salto de una narrativa apegada a su época y tradiciones, a una que quería romper con todas de golpe. Algo debía haber pasado, algo de lo que ahora no hay más registro que estos textos. Podría seguir hablando horas de las versiones de este periodo, pero es preciso continuar, y una vez más, otro gran salto en la historia dio origen a nuevas maneras de hacer literatura en Danzílmar.
***
Llegamos ahora a la era de los grandes progresos, de la integración de Danzílmar en el nuevo caos político y cultural que desde hacía tiempo dominaba al mundo, y lo haría por cientos de años más. Es la era de los grandes maestros de la novela y los relatos cortos danzilmareses que, por vez primera, no pretendían servir a la nación (ya estábamos hartos de eso) sino al alma individual de cada escritor. Ya nadie representaba a nadie; ni países ni culturas ni tradiciones específicas; ahora cada uno escribía desde sí y para sí mismo. Es la época de la gran alimentación literaria y cultural mundial; llegan libros de todo el mundo en masa; los eruditos se nutren de ellos como terneras de las ubres de su madre, y una vez más es la época de la vergüenza al ver lo poco, según ellos, que había logrado la ficción en nuestra isla. Los escritores ahora viajan, absorben todo lo que pueden de otras culturas como sanguijuelas, y regresan con los ojos llenos de recuerdos que moldean sus estilos. Pero es también la época del gran estancamiento de la forma personal; es decir, los autores, una vez descubierto su estilo, entraron en un círculo vicioso donde apenas se apartaban de las fórmulas que ellos mismos establecían: si a un autor le gustaba tratar sobre el amor no correspondido, con toda seguridad el noventa por ciento de su obra hablará del amor no correspondido; si un autor disfruta de escribir relatos cortos, olvídense de encontrar de él otra cosa que no fueran relatos cortos; si la obra magna de un autor juega con el tiempo narrativo de determinada manera, den por hecho que el resto de su bibliografía poseerá el mismo juego de tiempos narrativos.
El libro perfecto, al llegar a este periodo, se caracterizó por la gran cantidad de cambios en su estructura interna: muchos eventos e historias fueron eliminadas, varios personajes cambiaron de nombre y, en general, la obra alcanzó su punto más alejado de la idea principal; de hecho, casi nada de lo que contiene el último escrito de este periodo se corresponde a casi nada del primero de todos.
Para ilustrar el tipo de escritura del Libro perfecto, he escogido un fragmento de una de las famosas antifábulas de Tyúni[22], llamada La rata atrapada, que trata de una rata campestre que cae en la trampa de un cazador de roedores y es encerrada en una caja de madera muy dura. La rata, oliendo sabrosos alimentos al otro lado de su prisión, se propone a roer la dura madera durante días y días, con la perseverancia de un santo, hasta que logra hacer un agujero en ella lo suficientemente grande para salir:
“…Pero apenas pudo contemplar los alimentos que ahí se le ofrecían, porque sus ojos, repentinamente aterrados, se dieron por fin cuenta de que por toda la cocina, como si custodiaran la comida, decenas de gatos aguardaban impacientes. Los adoloridos y gastados dientes de la rata, producto de su infatigable perseverancia, se sintieron de repente inexistentes ante tal terrible revelación. Y dijo uno de los gatos:
—Necia rata, que has desperdiciado tus esfuerzos en dirigirte hacia tu ruina, sabe que nuestro amo planeaba liberarte en el granero de un granjero vecino, para así poder él atraparte de nuevo, cobrar el dinero, y hacer lo mismo en otro lugar. Un buen futuro te esperaba de haberte quedado en la caja, alimentada por las víctimas de nuestro amo, y puesta en seguridad hasta que te liberen de nuevo. Pero ahora nuestro amo no está y no hay nadie que te libere ahora de los planes que la naturaleza ha creado para nuestras especies; no hay ley de hombre que te proteja ya. Es verdad que servimos a nuestro amo, pero antes que todo somos parte de la naturaleza, y es a ésta a quien rendimos homenaje en primer lugar. Ahora te comeremos.
Este cuento engloba tres de los aspectos más importantes que caracterizan al Libro perfecto en este periodo. En primer lugar, la tendencia hacia la antifábula; la victoria de los vicios sobre las virtudes, lo inútil de las obras que enaltecen al alma y la recompensa de los mediocres. En segundo lugar, el uso desmedido de los personajes principales como receptáculos de sufrimiento; toda desgracia es parte de ellos, y otra culpa no tuvieron más que la de no hacer nada malo. Por último, aparece por primera vez en el Libro Perfecto la estructura de la “novela hecha de cuentos”[23], que en términos sencillos es una novela constituida de muchos fragmentos, cada uno independiente en gran medida de los demás y con su propia tesis, mientras que al mismo tiempo todos esos fragmentos mantienen una unidad narrativa por medio de sus personajes, sus espacios, sus tiempos y sus acontecimientos comunes.
Se considera que el fin de este periodo comenzó con la novela La tierra del moa, de Yaól Nimú[24]. La transición hacia el siguiente periodo comenzó cuando Yáol decidió, en la ya mencionada novela, comenzar con la experimentación agresiva en la forma y los temas; era de la opinión de que el encasillamiento de la literatura debía evitarse, no conformarse con ser representante de tal o tal periodo, sino tomar de todos un poco y mezclarlo hasta que cada escrito sea único en sí mismo e irrepetible en cualquier otro texto, incluso en textos del mismo autor. Como es evidente, la literatura influenciada por Yáol se rebela contra las tendencias del periodo anterior; los escritores se obsesionaron tanto con que cada uno de sus libros fuera tan diferente del último, que parecían desear que fuera muy difícil, por mero análisis literario, determinar a quién pertenecía tal escrito.
Por supuesto, este enfoque orientado hacia la unicidad de cada texto fue más ambicioso que factible; el propio Yáol reconoció que es imposible que el mismo autor escriba exitosamente dos textos sin trazo alguno de relación entre ellos; aún los más mínimos detalles, el uso de los signos ortográficos, el tratamiento de los temas, el desarrollo de la obra, todo bien analizado es suficiente para delatar la mano de un escritor, incluso en las obras que intentan concienzudamente alejarse de sí mismas. Sin embargo, esto no evitó que los autores lo intentaran de todas formas, y de ellos surgió la nueva narrativa danzilmaresa de comienzos del siglo XX.
A manera de ejemplo, reproduciré un fragmento significativo para el Libro Perfecto extraído de la ya mencionada novela, La tierra del moa:
No, pensó Kányu, no es bueno eso [el camino, como una pintura que se derrite, ondula de derecha a izquierda] (dolor en el estómago, zumbidos en los oídos, las articulaciones arden), no llegaré.
Kánta: Ya no puedo caminar (solloza al sentir el temblor en las manos).
Kányu se apresuró a servirle de apoyo a Kánta, que estaba a punto de caer, y dijo:
—No te duermas ahora —mantuvo la cabeza de Kánta en alto, haciéndola mirar la luna.
Entre más tiempo pasaba, la toxina se hacía sentir más en la cabeza, hasta que los contaminados ojos comenzaron a engañarlos:
¿Qué veían?
Ya no era más el desierto, con sus dunas y arbustos secos; era una gruesa montaña que se partía por en medio en tantos caminos que no podían contarlos. Se vieron descansando en esa interjección de sendas rocosas, cuyas paredes se elevaban hacia el cielo hasta alcanzar las nubes, y ahí durmieron.
Por adónde vamos, dijo Kánta, todos los caminos parecen iguales.
“Pero llevan a diferentes lugares”, dijo Kányu, “eso es lo que los hace diferentes”.
El segundo Kányu: ¿Qué esperamos para entrar entonces? Al menos uno de ellos debe llevar a un mejor lugar.
Kánta: ¿Estás dispuesto a aventurarte por uno, a riesgo de haber elegido el que lleva a lo contrario de lo que buscamos?
La segunda Kánta: Lotería cruel sería ésta, si no tuviéremos la opción de desandar el camino para intentar otro en caso de equívoco.
El tercer Kányu: Inevitablemente alguno será irrepetible; tantas opciones hay que alguna de ellas ha de ser necesariamente cruel.
El cuarto Kányu: Te brindo los honores de escoger primero.
La tercera Kánta: Escoger primero, escoger al final; poca diferencia.
La cuarta Kánta: El éxito de uno bien puede ser comunicado a los demás para seguir todos el mismo camino.
El quinto Kányu: ¿Será esto posible para cualquier camino? No olvides que aquí somos infinitos; hay un camino exacto para cada quién.
La quinta Kánta: ¿Quién da el primer paso?
Kanta: Poco más me da; al fin y al cabo, mi conciencia permanecerá con la que acierte al camino correcto.
Kányu: Entren todos, pues, y nosotros elegiremos después.
Ingresaron los infinitos alter egos en los infinitos caminos de la montaña gris. En tanto que sentían (estremecimientos en la piel) [¡Oh, se derrumba!] las desventuras de sus emisarios, Kányu y Kánta [¡Ah, ayuda!] eliminaron las opciones una a una hasta que sintieron a los primeros afortunados [¡Loados sean los dioses!], pero la decisión no por eso se hizo fácil [¡Montañas de oro!, ¡qué hermoso paraíso!, ¡finalmente en casa!, nunca me iré de aquí]; infinitas opciones igualmente atrayentes aparecieron frente a sus ojos. Decidan, decidan pronto qué camino seguir.
Pero Kányu sacudió la cabeza y se halló tendido en el suelo al lado de Kánta, la luz lunar maternalmente posada sobre los dos.
—¿Kánta?
No se mueve.
—¿Kánta?
(Los grillos, irrespetuosamente, siguen tocando su chirriante música sin prestar atención a la tragedia). Kányu tosió sangre.
—¡Kánta!
Si Kányu hubiese sido un dios, los vanos intentos por despertar a Kánta hubieran sacudido la tierra entera.
—¡Kánta!
¡Qué bello amanecer recibieron los ojos inertes de Kányu! Las alimañas, miren qué felices se hacen de esos desperdicios, cuyo tierno abrazo es violentamente roto por dientes y picos afilados. ¡Ja, están ya desparramados! [La putrefacción llena de vida a la naturaleza].
Pero no es posible ni suficiente terminar aquí, puesto que entre tanto, en otro de esos infinitos mundos, dio por capricho a la realidad curar a Kányu y Kánta de la mortal toxina, por lo que volemos de inmediato hacia ese mundo que no nos dará lágrimas por ahora.
Se levantó Kányu y, para nuestra sorpresa, no está confundido por su repentina curación. ¿Será que nos hemos equivocado y en realidad hemos llegado a un mundo en el que ni siquiera consumieron el veneno en primer lugar? Lo importante es que Kánta, al despertarse, contempló unos segundos el cielo justo encima de sus ojos, y por un instante le pareció que dormía en el cielo y contemplaba el mar.
Lo relevante de este escrito para el Libro Perfecto es que, a partir de aquí, el Libro Perfecto adquirió un enfoque orientado hacia la para entonces novedosa idea de los muchos mundos. Esta idea, salida originalmente de una brillante mente danzilmaresa, algún tiempo después se convirtió en la base para la creación de otras ficciones, y el libro perfecto comenzó a hacer tanto uso de ella que aunque en las historias, los personajes y en la forma mostraba interés en regresar a sus versiones anteriores, se volvió una mezcla desenfrenada de líneas temporales alternativas que entran en contradicción directa con el resto de lo ya creado. Como es común en este tipo de textos, aparecen personajes cuya muerte ya había sido establecida; aparecen personajes de la nada que se comportan como si siempre hubieran estado ahí; los personajes recuerdan y hacen alusiones a eventos y personajes que nunca se nos mostraron. A partir de aquí tuve la sensación de que el Libro perfecto había roto el cascarón, pero había desparramado la yema por todas partes, sin que aquello pudiera clasificarse como algo bueno o algo malo.
[15] La gran epopeya de la dinastía Máryo de aproximadamente el año 575 a.c.
[16] Momento en que las dinastías de Dyánzil y Máryo se unieron para crear Danzílmar, en el año 1.200.
[17] Se puede interpretar como “rompecabezas” o “laberinto”. Implica el sentimiento de desesperación y alivio después de resolver una problema complejo.
[18] En Danzílmarés persisten dos enfoques gramaticales: el estilo “estructural”, basado en las estructuras oracionales, donde el orden de los elementos es importante; y el estilo “particular”, basado en el señalamiento de las funciones de los elementos sintácticos por medio de partículas, donde el orden pierde importancia.
[19] Epopeya de origen incierto encontrada en Ákelos. Parte de ella se ha perdido.
[20] Espíritus virtuosos a los que se les ha permitido salir del Lérenh para visitar a los vivos.
[21] Llamado el padre de la novela danzilmaresa, título que ha generado debate entre los estudiosos.
[22] Considerado el mejor narrador de historias cortas hasta la llegada de Shórsta.
[23] Estilo también utilizado por Tyúni en la única novela que escribió, Un lugar llamado Bíhem.
[24] Apodado “El cojo” por haber perdido la pierna izquierda en un accidente.
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