Láminas azules IX

 


Las láminas se empiezan a apoderar de la realidad.


Tal vez la brevedad de los escritos que el lector ha leído hasta ahora no den una buena idea del tiempo real que transcurrió desde la aparición de las láminas azules hasta la era de las “Invenciones de nuestro mundo”, y para salir de cualquier ambigüedad, pasaron nueve años desde los hechos de Láminas azules I hasta los de Láminas azules VIII.
El mundo se ha acostumbrado casi totalmente a las láminas, hasta el punto en que encontrase con una había pasado de la emoción a la indiferencia o incluso al fastidio. Los voluntarios que las recopilaban seguían trabajando normalmente, así como las editoriales y los grupos de internet para publicarlas. Aunque cada vez aumentaban también aquellos que preferían quedarse con las láminas como parte de su propiedad, y a lo máximo compartían fotografías de ellas con los grupos de internet.
Esta lenta mundanización de las láminas no debe interpretarse como una disminución en la cantidad de gente interesada en ellas y en sus historias, sólo que la novedad había terminado y ahora pertenecían a la interminable lista de cosas interesantes del mundo.
La cantidad de Rékail había aumentado tanto que se estimó que más de un tercio de la población mundial se había encontrado con una lámina, por lo que se comentaba que a su tiempo dicho fenómeno se volvería común en la vida de todos en el futuro.
Supongo que es evidente decir que el espacio necesario para almacenar las láminas empezó a acabarse en los almacenes designados, por lo que tuvieron que crearse muchos otros a fin de albergarlas. Muchas personas profetizaban que las láminas seguirían apareciendo sin fin, variando sus ficciones y las nuestras en todas sus infinitas posibilidades, hasta que no quedara nadie en este mundo capaz de crear una ficción que no se hallara en alguna de ellas, poniéndole así fin a todo ejercicio creativo. Algunos más extremistas decían que ahora era el momento para que los artistas se desbordaran, para que sacaran sus ficciones antes de que éstas aparecieran en las láminas azules.
Algunos sugirieron simplemente abandonar la tarea de traducirlas y ensamblarlas, limitándose únicamente a guardarlas en los almacenes, y de ese modo, al no tener acceso a sus contenidos, los artistas podrían seguir con sus creaciones sin arriesgarse a parecer que las habían plagiado, pues existían reportes de artistas que se quejaban de haber escrito una obra que resultó ya haber sido publicada en las láminas azules, y se lamentaban de que ahora no tendrían modo de demostrar que no las plagiaron para poder publicarlas. Estos casos no fueron muchos, pero parecían una antesala de lo que podría volverse un problema serio si las láminas seguían apareciendo indefinidamente.
Ése es, en resumen, el contexto en el que se encontraba el mundo de las láminas azules durante los años siguientes a los eventos de Láminas azules VIII, y ahora me disculpará el lector si tengo que hacer una repentina prolepsis de cinco años, en un mundo que sigue su marcha normal con sus conflictos y problemas normales, uno al que ya poco le importan las historias de otros universos paralelos salvo para el ocio y las disertaciones académicas que sólo tienen relevancia durante un rato.
Es entonces que volvió a encontrarse algo extraño en las láminas, algo que tanto los que las encontraban como los que las recopilaban y publicaban no tardaron en notar y en comentar abiertamente en los grupos, para llegar posteriormente a los medios de comunicación masivos. Resulta que empezaron a encontrarse láminas que relataban historias de personajes históricos reales de nuestro mundo, pero escritos no a manera de meras biografías sino como obras literarias con todos los recursos narrativos imaginables, y estos escritos también empezaron a mostrar variaciones como ya había sucedido con las obras anteriores. De ese modo, aparecieron versiones literarias de las vidas de reyes, emperadores, conquistadores y gente famosa del mundo antiguo, y todas las formas alternativas en las que su vida pudo haber sucedido. Con el paso de los meses, era evidente que ahora las historias de la vida real se acercaban a nuestros tiempos, y poco tuvimos que esperar para reunir la primera obra que retrataba la historia de una persona todavía viva, que no hemos de mencionar para preservar su privacidad. Dicha persona protestó y pidió que los textos fueran eliminados, a lo que de buena gana se accedió, y lo mismo se hizo para los textos de todos aquellos que reclamaron a las páginas. Muchos de ellos aceptaron que dichas obras que los representaban fueran publicadas después de su muerte, por lo que se sugirió la creación de una nueva colección a la que llamaron “Historias de la vida real”.
No obstante, y como ya sería de suponerse, el mero hecho de prohibir la exposición de este tipo de láminas no fue suficiente para satisfacer a figuras políticas, celebridades aclamadas y otras personalidades mediáticas. Tenían miedo de que sus secretos fueran rebelados a gente al azar de todo el mundo, y de que no todos tuvieran la decencia de entregar sus láminas sin exponer lo que había en ellas. A estas figuras notables se les hizo saber que, incluso si las láminas exhibieran cosas vergonzosas o denigrantes de ellos, no habría manera de saber si eran reales a menos que cada uno se delatara a sí mismo, pues no había garantía de que los textos reflejaran la verdad rigurosa de sus protagonistas, todo eso sumado al hecho de que todas las historias aparecían con sus respectivas e innumerables variaciones, creándose una interminable telaraña de historias que se bifurcaban, complementaban y contradecían entre sí.
Esto no bastó para tranquilizar a muchas figuras importantes del mundo, que, pese a todo, temían al morbo del público y que cualquier información contenida en las láminas podría provocar que alguien intentara algún ataque contra ellos aunque sea para probar si los textos representaban la verdad o no. Hubo algunas noticias falsas, con todo y actores para representarla, de que algunas personas habían intentado acceder a las viviendas o a las cuentas bancarias de algunas celebridades basándose en lo que habían leído de las láminas, y aunque pronto se destapó todo como un bulo, se justificaron diciendo que sólo era cuestión de tiempo para que la privacidad de todos pendiera de un hilo en caso de que las láminas revelaran información real, sin importar que ésta estuviera escondida bajo un mar de variaciones falsas.
Pero lo que terminó de hacer que todo estallara, que todo dentro y fuera del mundo del ParalefikZland se volviera un nuevo caos, fue el anuncio de que muchos dirigentes políticos empezaron a ofrecer grandes recompensas para aquellos que entregaran a las agencias especiales las láminas que contenían alguna mención de ellos o sus vidas, por lo que una vez más revivió la emoción por encontrarse con alguna de éstas, resurgiendo los que alguna vez fueran cazadores de láminas.
Si bien hubo objeciones por dicha treta política, en la mayoría de los países libres del mundo este proyecto fluyó sin muchos problemas. Pero en los países aún controlados por dictaduras, los líderes fueron de inmediato a las amenazas, prohibiendo totalmente la posesión de cualquier lámina azul que hablara lo más mínimo de cualquier figura histórica o política del país. La situación fue tan grave que se legalizaron las irrupciones policiales al azar en casas, vehículos y negocios a fin de buscar láminas ilegales, lo que a su vez llevó a muchos otros atropellos de los derechos humanos de los cuales muchos terminaron en tragedias. Y pese a que muchos de los países libres condenaron dichos actos, poco a poco empezaron a tomar medidas similares; primero sólo con la intención de recuperar contenido sensible para la privacidad de ciertos individuos, pero pronto comenzaron a llevarse por la fuerza otras láminas que no tuvieran que ver con nadie ni con ninguna historia real. Tras las protestas y revueltas, se justificaron diciendo que habían llegado a la conclusión de que los contenidos de las láminas debían ser moderados más estrictamente antes de ser publicados, y que debían asegurarse (así lo dijeron) de que no hubiera en ellos nada que atentara contra la democracia de sus países ni amenazara la estabilidad de sus naciones.
Una excusa era todo lo que necesitaban, y aunque prometían que no sería así, la mayoría profetizaba que no tardaría mucho para que el ParalefikZland fuera reclamado por los gobiernos del mundo.


          


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