Láminas azules VIII


Las láminas se apoderan de todas las ficciones.

 

Uno de los detalles que más se omitió durante la llamada guerra por las ficciones fue la presencia de algunos fragmentos que no podían ser colocados en ningún escrito. Debido a que todos estábamos demasiado enfocados en terminar de ensamblar los relatos, estos fragmentos aislados (como se les llamó en su momento) fueron relegados a una mera curiosidad. Sin embargo, tiempo después de que todo se calmara, y ya con todo el contenido de las láminas disponibles para todo el público en diversas páginas, varios internautas empezaron a notar que había cosas raras con esos fragmentos. Ya no nos es posible saber exactamente quién ni cómo lo descubrió, pero empezaron a haber comentarios de que algunos de esos fragmentos les eran conocidos de algún otro lugar, como si ya los hubieran leído antes en otra historia que en ese momento, debido a la relativa escasez de dichos fragmentos, no les era posible señalar con precisión.
Pero fue cuestión de tiempo para que, al acumularse nuevas láminas, dichos fragmentos aislados empezaran a llamar la atención, y cuando finalmente hubo los suficientes para identificarlos con mayor claridad, el mundo del ParalefikZland volvió a conmocionarse por el descubrimiento de un nuevo fenómeno cuyas ramificaciones no estábamos listos para afrontar.
En resumen, se descubrió que aquellos fragmentos contenían los textos de obras ya conocidas y publicadas en nuestro mundo, desperdigadas y entremezcladas con aquellas que aún no habían sido concebidas por nosotros. Una de las primeras en hacerse conocida fue la reconstrucción casi total de XXXXXX, una de las obras maestras de XXXXXXX XXXXXXXXXXX. Los medios no tardaron en hacerse eco de este descubrimiento, y conforme se confirmaba la presencia de más obras y escritos de nuestra historia literaria, más crecía el desconcierto en todas las páginas dedicadas al ParalefikZland.
Poco se tardó en razonar que dicho proyecto, al provenir de las observaciones de otros mundos, tenía razonables probabilidades de atestiguar ficciones que nosotros ya hubiéramos imaginado, y que no había por qué espantarse. Con eso en mente, poco a poco fuimos testigos de cómo se iban descubriendo otros escritos de la antigüedad, clásicos o no, pero todos reconocibles como escritos por personas de nuestro mundo. De ese modo, se recrearon obras como XX XXXXXXXXXX, los cuentos enteros de XXXXX XXXXX XXX, XXX XXX X XXX XXXXXX, XXXXXX, entre muchas otras. Se llegó a la razonable conclusión de que dichas obras no podían ser organizadas en ninguna de las colecciones del canon tradicional, sino que se creó para ellas una categoría especial llamada “Invenciones de nuestro mundo”.
Todo esto no habría pasado realmente a mayores, y se hubiera quedado como otra de las curiosidades o rarezas de las láminas azules, sino fuera por el hecho de que, como todo el mundo ya preveía, en cualquier momento empezarían a aparecer historias escritas en nuestro tiempo de vida, con autores aún vivos que verían sus obras de repente plasmadas en esas láminas azules. Y en efecto así sucedió. La primera obra de este tipo fue ni más ni menos que XXXXX XXXXXX, cuyos fragmentos ya desde hace tiempo iban haciéndose más y más conocidos no sólo en internet sino también en los medios tradicionales. Al enterarse de esto, el autor de dicha obra exigió que cesaran los intentos por reconstruir la obra a partir de las láminas, pues no quería que su trabajo se encontrara gratis en algunas de esas páginas atribuido a alguna entidad desconocida.
No fueron pocos los que predecían que esto llevaría a una nueva guerra por las ficciones, donde el internet exigiría el derecho de publicar gratuitamente obras protegidas por derechos de autor con la justificación de que esas obras en concreto no habían sido escritas por ningún ser humano, sino que por pura coincidencia habían sido atestiguadas por otros seres que querían compartirlas con nosotros. Honestamente, yo era de los que esperaba que al menos ParalefikZland-Infinite intentara mantener dicha historia pública, como parte de la colección completa de las láminas azules, pero grande fue mi decepción cuando anunciaron que los fragmentos de dicha obra serían eliminados, y que se había llegado al acuerdo de que, salvo permiso expreso del autor, las láminas de la colección “Invenciones de nuestro mundo” permanecerían guardadas y no serían transcritas. En parte lo entendí, pues si bien durante la guerra por las ficciones era claro que nadie podía reclamar el uso gratuito de las obras, en esta ocasión la amenaza de acciones legales sí era más que posible, por lo que ningún grupo independiente quiso arriesgarse.
La buena noticia fue que hubo muchos autores que, de hecho, aprobaron la publicación gratuita de sus obras cuando éstas fueran parte de las láminas azules, considerándose algunos extremadamente honrados y orgullosos, incluso arrogantes por pensar que habían hecho un trabajo tan bueno creando sus ficciones que los autores de las láminas, fueran quienes fueran, las habían considerado dignas de atestiguar. Su aprobación fue bien recibida y la colección “Invenciones de nuestro mundo” volvió a abrirse.
Todo parecía volver a la normalidad (aunque una normalidad cada vez más extraña), y por meses no hubo nada muy relevante en torno a las láminas azules, hasta que una vez más, con lentitud y como rumores entre los internautas, se comenzó a comentar que habían aparecido láminas con texto que a muchos les resultaban familiares, pero esta vez no eran sólo de las obras creadas por nosotros sino también las del canon oficial. El lector recordará que en Láminas azules II se habló por primera vez de las láminas con la numeración repetida, y que se había decidido considerarlas como versiones alternativas u opcionales de la historia principal a criterio propio. Pues estas nuevas láminas parecían ser todas repetidas, salvo que presentaban variaciones desde pequeñas hasta muy importantes, al punto en que podrían considerarse historias independientes.
La variación de las historias del ParalefikZland por parte de los aficionados ya era una práctica común desde mucho antes de la guerra por las ficciones, hasta el punto de dedicarles secciones enteras para recopilarlas. Cuando este nuevo fenómeno comenzó a suceder, muchos internautas corroboraron que muchas de las variaciones de las láminas se correspondían a sus propias invenciones, o a las invenciones de algún otro aficionado, que ya se habían publicado en alguna de las otras páginas. Las obras de nuestro mundo también empezaron a aparecer variadas, y muchos fanáticos de ellas también descubrieron que sus propias invenciones habían sido plasmadas en las láminas azules. La emoción general fue grande, pues muchos se preguntaban si en algún momento encontrarían su propia variación de alguna obra como parte del canon oficial.
Como si todas estas sorpresas no fueran suficientes en tan poco tiempo, casi sin darnos tiempo para adaptarnos plenamente a ellas, una vez más fue descubierto otro fenómeno. Resulta que ahora las láminas empezaron a contener no ya sólo obras literarias creadas en nuestro mundo, sino que ahora también tenía historias originalmente hechas en otros medios adaptadas al formato literario, siendo uno de los primeros ejemplos las películas de XXXX XXXX. De nuevo se repitió el problema de los derechos de autor, y de nuevo muchos cineastas, animadores, dibujantes e incluso pintores se dividieron entre los que rechazaban la inclusión de sus obras en el canon del ParalefikZland y los que se sentían encantados con la idea.
Después todo volvió a la calma, aunque, como ya he comentado antes, con una normalidad cada vez más extraña, en la que parecía que el ParalefikZland pretendía abarcar todas las ficciones imaginables, las que habían sido imaginadas tanto dentro como fuera de nuestro universo, en todas sus versiones posibles.
Por un tiempo el mundo del ParalefikZland quedó en equilibrio, y se seguían priorizando, lenta pero incansablemente, las obras originales que nos habían reunido en primer lugar.

          


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