Codex Buranus 7: Chramer, Gip Die Varwe Mir



Bienvenido, mundo, tan lleno de alegrías.



    Ya está cerrada la escuela y sólo queda el bosque. Óira supervisa a sus ninfas antes de comenzar la primera fiesta del verano. Vuestro color es la sangre bajo vuestra piel. A nuestro ojo agrada el color de la vida y por ello nos hace sensuales. Cada una en preparándose para ofrecer sus cuerpos al agua y al sol.

Por semanas las guió para cazar y hechizar a los muchachos con el rubor de la emoción por retozar en el agua. Como una madre, las instruye para los actos permitidos durante ese breve retorno al útero, donde nadarían veinte muchachos con veinte muchachas.
Gracias a ti, por escoger nadar conmigo. Mírame y déjame ser la fuente de tu placer.
Pero Yamé, que todo lo observa, interrumpe a la líder de las chicas, y reafirma severa: todo goce será dentro de los confines del agua, sin ningún cuerpo que retorne a la desnudez de su nacimiento.
Con el grupo de muchachos guiado por Wéishen se reúne el grupo de muchachas de Yamé.
Dézen, que con vistazos vuelve a Óira el centro de su panorama, ligeramente alejado del resto. Bárum y Níma entregan las listas con los nombres de todos los presentes, sus edades, grados y otra información secreta, como por quién del otro grupo se sentía hechizado o hechizada. Wéishen y Yamé inflan sus pulmones de emoción pasando las miradas entre sus discípulos, que incluso ante la novedad de esa vergüenza no dejan a sus piernas mostrar temblor alguno.
E interrumpe Yamé a los ayudantes:
—No temáis al placer, sensuales muchachos y muchachas, que disfrutar de vuestra sensualidad os hace honorables y dignos de elogio. Miraos a los ojos, haceos visibles para el otro, y decíos: úsame para complacerte.
Ya con más valor en la frente, son formados en filas de muchachos y muchachas, y comienzan la marcha hacia la alberca liderados por los ayudantes. Wéishen y Yamé detrás de todos, como empujándolos con sus presencias. A Bárum le da el sol en los ojos, que se entrecierran sin que su amplia frente descienda, sin que sus gruesas manos intenten hacerle sombra. Camina a través de los niños que juegan en el bosque de la escuela, a través de los que practican danzas y artes plásticas. Se siente curiosamente observado y siente un escalofrío en su amplia espalda.
Ahora era bienvenido en ese nuevo mundo, tan alejado, y que aún más iba a alejarse, de la sombra de las aulas y del abrigo de la vestimenta. Este mundo tiene tantas alegrías, y tal pareciera que él ayudará a crear una de ellas. Aunque nunca más en su vida vuelva a hacerlo, al menos durante esa ocasión será su esclavo. Giran a la derecha al cruzar el puente del estanque. Los peces anticipan a los ojos de todos lo que han de hacer. Aceleran la marcha.
Llegan a la zona de la alberca. Los curiosos que miraban la progresión observan a Wéishen y a Yamé voltear hacia ellos una vez más, exponiéndose y dando una reverencia antes de cerrar las puertas que conducen a la alberca, como diciendo: miradnos, mundo nuevo, nos dirigimos ahora mismo a complacer.

          



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