Alter-ego 11: La libertad de un dios
Ánderwo platica con el dios del bien y el mal.
Abre la puerta y entra.
(Comida, baño, cama. Sábana, sopa, jabón. Sueño, hambre, limpieza) ¿Como, duermo o me baño? (Poca energía para hacer las tres. Son sólo las diez) (Dolor de hombros, rodillas, espalda y cabeza).
Ve hacia el baño.
(Pegajosidad del sudor) Ya no la aguanto.
Cierra y báñate.
Termina, sal y ve a la cocina, detente a la mitad y mira hacia tu recámara.
¿Comer o dormir? (El estómago reclama comida; el cerebro reclama descanso) Si tan sólo pudiera dividirme (La cama y la cocina, dos planetas disputándoselo con su potente gravedad).
Que gane la cocina. Abre el refrigerador y saca tus sobras de draohi de pasta con carne de hamburguesa.
[—¿No te quedas a ver lo del dírua? —pregunta Kányu.
—No, estoy cansado. Me avisan qué encontraron.
—Bueno.]
No dirán nada, se quedarán la droga para ellos. (Carne con pasta fría, pereza y hambre para calentarla, recibe la boca un bocado, una droga para el hambriento estómago. El sueño pierde gravedad).
Ve a la sala, siéntate en el sofá, mira la hora.
(Las diez y cuarto) Ya debe andar a la mitad.
Prende la televisión.
(Ánderwo flotando en el espacio con el mundo a sus pies; su enorme rostro aparece en todas las pantallas, en todos los titulares bajo el título: Dios se hace presente al fin. Un duplicado de él a escala humana se entrevista con el presidente de Danzílmar. Dice: pondremos todos de nuestra parte, ni yo les hago todo ni les dejo hacerlo todo; si funciona, todos salen ganando; si no colaboran, algunos saldrán muy mal) (Qué asustado se ven el presidente y su gabinete. Risa) Muy bien. (Cambia la escena; están en un pueblo miserable junto a uno de los basureros. Otro alter ego de Ánderwo habla a los pueblerinos: si todo sale bien, el gobierno comenzará a brindarles ayuda de manera justa, como debe ser, pero no deben pensar ni por un segundo que se trata de una limosna que viene sin precio; no tendrán dinero gratis; lo pagarán educándose, trabajando justamente, dejando de ser pobres de espíritu…)
Mira el portafolio que arrojaste sobre el sofá mientras el capítulo continúa. Deja tu plato un momento y arrastra el portafolio hacia ti, ábrelo y saca el libro que acabas de comprar. Sostenlo frente a ti, siente su plástico y su ligereza. Mira alternativamente la pantalla y el libro (¿qué tan diferentes serán?).
***
—¿Entonces no es usted un dios? —pregunta el presentador.
—Soy un viajero de otro universo paralelo que tiene la libertad de un dios, por llamarlo de algún modo —responde Ánderwo.
—¿En su universo no tenía los poderes de un dios?
—No. Era indistinguible de cualquier otro ser humano, igual que ustedes.
—¿Y cómo adquirió los poderes de un dios?
Ánderwo duda por un momento qué contestar. En el público ve rostros expectantes, temerosos y hasta angustiados, invadidos por una emoción negativa, alertas al peligro tanto físico como ideológico.
—Es inevitable que suceda —dice Ánderwo con convicción—. Los teístas no suelen cuestionarse de dónde obtuvieron sus poderes los dioses en los que creen; dan por hecho que siempre existieron así y ya. Pero algunas veces se puede llegar a ese nivel de otras formas. En mi caso, otro viajero me ofreció modificar mi naturaleza para asemejarme a lo que muchos entienden como dios.
El público empieza a murmurar hostilmente y negando con la cabeza, los brazos cruzados o de pie como si amenazaran con irse.
—Tal parece que al público le gustaría hacerle algunas preguntas —dice el presentador, algo nervioso—, pasen por favor el micrófono.
Casi todo el auditorio levanta la mano. El micrófono es llevado a una mujer de unos cuarenta años, muy delgada y que parece estar a punto de tener un colapso nervioso.
—Señor Ánderwo, creo recordar que en otra ocasión ya ha dicho que usted no fue el creador de este universo, ¿es verdad?
—Es verdad —dice Ánderwo—, yo sólo estoy de paso; no tuve que ver con nada de este universo antes de mi llegada.
—Entonces —continua la mujer—, ¿ha tenido usted contacto con el dios que creó nuestro universo? Y si lo ha hecho, ¿cuál es ese dios?
—Yo no he percibido a ningún otro dios en este universo desde que llegué.
Se produce una gran conmoción en el auditorio; muecas desaprobatorias sueltan risas nerviosas y se incrementan los ánimos por participar en las preguntas.
—¿No siente al dios Áikan? —pregunta la mujer, titubeando.
—No siento a ningún otro dios —sentencia Ánderwo.
El micrófono es llevado hasta un joven algo gordo, de lentes y con aires de intelectual.
—Probablemente no lo ha sentido porque estrictamente hablando usted no es un dios; el dios Áikan es inmaterial, omnisciente, omnipresente, fuera del espacio-tiempo, por eso ni siquiera usted puede sentirlo.
—No creo que lo que implicas sea correcto —dice Ánderwo—. Todas esas características que le has atribuido a ese dios Áikan las poseo yo mismo. De hecho, son características muy raras, sobre todo la de estar fuera del espacio-tiempo, ¿qué significa eso? No hay un solo “espacio-tiempo”, hay infinitos, siempre se está dentro de uno.
—¿Está usted ahora mismo en todos lados? —pregunta el de lentes, a la defensiva.
—Sí, ahora mismo estoy en cada rincón de este universo; estoy en el centro de la galaxia, en la estrella más lejana, y dentro del cajón de plástico con el mango verde donde guardas tus libros.
El gordo respira intentando calmarse.
—¿Es usted omnipotente?
—Depende de cómo definas la omnipotencia.
—¿Puede usted crear vida?
Ánderwo levanta la mano con la palma hacia arriba, en ella aparece un caballo en miniatura que coloca en el suelo, el caballito se queda caminando frente a los pies del mudo presentador. La audiencia forma un extraño contraste entre los que han perdido el habla y los que no dejan de lanzar exclamaciones de asombro y terror. El intelectual se queda paralizado de pie.
—Pero esto prueba poca cosa —continua Ánderwo—, si me pides que realice una contradicción lógica, no podría hacerlo; aún no llego a ese grado de libertad.
Otro joven le arrebata el micrófono al de lentes.
—¿Usted, con su omnisciencia, está absolutamente seguro de que en este universo no hay ningún dios Áikan? —pregunta haciendo pausas entre frase y frase.
—Ahora mismo lo sé todo en este universo —contesta Ánderwo—, conozco cada secreto, cada detalle y cada misterio en sus aspectos más específicos, y en ningún lugar veo a ningún otro dios.
La conmoción continúa. El mismo joven vuelve a preguntar:
—Es posible que el dios Áikan sea tan poderoso que ni usted lo pueda detectar.
—Es una posibilidad, pero ¿qué clase de dios sería este que, incluso habiendo un invitado en su universo, no sale a darle la bienvenida?
Una mujer al borde de la histeria le pide el micrófono al joven.
—¿No tiene miedo de que nuestro dios se enoje de su presencia en el universo que él creó?
—Pues, como no parece existir, no me asusta. Pero incluso si resulta que salió de vacaciones y está a punto de volver, no me preocupa. Podría defenderme de él; he matado dioses antes.
Esta vez el alboroto es tal que el presentador se queda congelado en su asiento, y aunque intenta calmar a su audiencia, no logra que dejen de parecer sedientos de sangre.
—Siendo honesto —dice Ánderwo, ya harto—, no creo que me sea difícil matar al dios que haya creado este universo. Mírenlo, quien lo haya creado es un completo incompetente, parece un universo creado por un mal estudiante de una mala escuela de dioses, yo podría crear algo mucho mejor.
Las emociones están tan altas por esos comentarios que deciden cortar la transmisión.
***
Desde el espacio Ánderwo contempla el planeta, a plena vista de todos sus habitantes.
“Los dioses que invaden universos ajenos no siempre son bienvenidos”, dice el Viajero.
“¿Qué has hecho tú en estos casos?”, pregunta Ánderwo.
“Lo que mi voluntad me dicte; a veces me voy, otras veces modifico el universo a mi capricho, otras veces lo destruyo. Si hay otro dios, a veces lo mato en frente de sus creaciones, o me hago su amigo. Escoge lo que harás”.
“Dime, viajero, al principio no podía soportar tener la responsabilidad por el bienestar de un universo, pero ahora que estoy aquí, siento que me está dejando de importar”.
“Sí, es normal. El mundo que nos produce tanta simpatía o lástima cuando somos mortales, muchas veces, nos empieza a parecer tan ajeno y distante cuando somos dioses. Muchos escogen vivir un tiempo entre ellos para recordar por qué los quieren, o por qué deberían hacer algo de ellos; pero cuando regresan a ser dioses les han perdido todo afecto. Es decir, nosotros estamos acá, ellos están ahí, prefiero quedarme en este estado para no sentirme encadenado a ningún ser de naturaleza más limitada”.
“No hay deber implícito entonces; no hay responsabilidad”.
“No la hay”.
Ánderwo permaneció unos cuantos milenios custodiando la tierra desde su posición, mirando cada rotación como si ocurriera en unos pocos segundos. El mundo no mejoraba en manos de sus habitantes, ni siquiera bajo su estricta vigilancia. Los seres que lo habitaban parecían haberse obstinado en no hacerle caso a un dios invitado de otro universo, y si tenían miedo de su eterna presencia en el firmamento, actuaban como si no les importara. Una noche, el universo entero perdió su negrura y se volvió todo blanco, desapareció el sol, la luna y las estrellas como borradas de la hoja de un dibujante. Ánderwo no se había movido lo más mínimo, pero todos sabían que el borrado del universo era obra suya. Intentaron continuar con sus vidas normalmente, pero descubrieron que ya no podían morir, que ya no sentían hambre ni sed ni sueño, ya no sufrían y se encontraban en un estado de excitación emocional que, paradójicamente, les producía un estado de relajamiento como nunca lo habían sentido. Se miraron todos con otros ojos, una nueva conciencia que aún no sabían explicar se había instalado en sus mentes, y fueron capaces de comprenderse los unos a los otros, de mente a mente, como si compartieran un solo cerebro, pero al mismo tiempo no existía nadie más que uno mismo; todos estaban encerrados en su propio yo, pero con la capacidad de conocer los yos de los demás. Ya no se hablaron, ya no convivieron, no festejaron, no se ayudaron ni se perjudicaron. No eran felices; ya no necesitaban serlo. Salían a caminar, miraban la blancura del cielo y murmuraban, y todos sabían lo que los demás pensaban, pero lo sabían manteniéndose ajenos. Las emociones en ellos fluían, pero era como si fuera un flujo que pudieran controlar a voluntad, deteniéndola por completo o dejándola correr en cascada, todos siempre ocupados de las suyas sin que las de los demás interfirieran. Ese estado del mundo duró unos cuantos años. Luego, Ánderwo volvió a dejar el universo como estaba, regresando los seres de ese planeta a su estado anterior. Sentían como si se hubieran vuelto a dormir después de una muy larga vigilia. Cuando levantaron la vista, el dios Ánderwo ya no estaba, y contemplaron de nuevo las estrellas sin que nadie los estuviera vigilando.
***
(La cima de un acantilado gris. Debajo está el mar, donde fuertes olas golpean las rocas)
Abraxas
Escucha, Ánder. Cuando mi padre creó el bien y el mal en mi universo creyó que le hacía un favor a sus habitantes. Se dio cuenta de que elegir era una tarea muy difícil para ellos, de que crear su propio sistema de moral provocaba más violencia y conflictos que paz. Unos pueblos decidieron que determinadas reglas eran necesarias para lograr un equilibrio social que les permitiera prosperar; otros pensaban que esos mismos mandamientos no sólo no eran beneficiosos, sino absolutamente perjudiciales. Proliferaron las moralidades más diversas, sin más estándar que lo que provocara resultados satisfactorios para cada sociedad. Ahora, ¿qué entendían por satisfactorio? Nadie podía definirlo con exactitud y de manera satisfactoria para todos, jajaja. Para muchos, el objetivo era la eliminación del sufrimiento innecesario; todo aquello que ocasionara sufrimiento innecesario era considerado perjudicial y, por lo tanto, inmoral. Otros decían que el enfoque de la moralidad debería estar enraizada en el servicio al prójimo, a costa de negarse a sí mismo, y vivir esencialmente para el resto, para el prójimo, para el país, para el mundo; y todo lo que se centrara en sí mismo era inmoral. Otros pensaron que lo satisfactorio era tan subjetivo que no era posible crear un sistema moral universal, pero admitían que vivir en un mundo donde cada quién considerara bueno o malo lo que quisiera no podría sostenerse. Muchos decían que era necesario encontrar un criterio objetivo para la moralidad, uno que no tuviera como epicentro la condición humana sino que la superara, una moralidad que los trascendiera como si estuviera escrita en las entrañas del universo. Pero dicha moralidad objetiva no fue encontrada. Fue entonces cuando mi padre intervino. Vio la lucha espiritual de los seres de nuestro universo y decidió crear una moralidad objetiva basándose en su propia palabra y autoridad. De un día para otro, separó lo bueno de lo malo y puso una barrera infranqueable en el centro, dio a conocer esta moralidad a los seres y la integró en sus mentes. A partir de entonces se acabaron las discusiones; todos estaban contentos por tener una moralidad objetiva que sólo debían escuchar y obedecer. Ante cualquier duda no tenían que hacer más que mirar en la moralidad objetiva que tenían implantada en su interior para decidir si se trataba de algo bueno o malo. No había espacios grises; malo o bueno, eso era todo.
Ánderwo
Suena a un mundo sencillo. Pero supongo que no estuviste satisfecho con eso. Yo no lo habría estado.
Abraxas
Claro que no lo estuve. Pocos de esos seres se dieron cuenta de la estafa que había ocurrido, que en un intento por deshacerse de una moralidad subjetiva creada por ellos, optaron por una moralidad subjetiva creada por mi padre, y él no tuvo reparo en presentársela como objetiva. Debemos aclararlo, él no tenía ninguna razón para decidir que, por ejemplo, matar a alguien sea objetivamente malo; el asesinato tiene nula consecuencia para nosotros dado nuestro estado, lo mismo con cualquier cosa que resulte en sufrimiento, por lo tanto dictaminar que matar o hacer sufrir a los demás es objetivamente malo fue completamente arbitrario, lo que hizo fue tomar algunos de los postulados de los que defendían la moralidad en torno al sufrimiento innecesario y le hizo unos cambios para hacerla menos flexible.
Ánderwo
¿Abogabas porque crearan una moralidad subjetiva?
Abraxas
¿Por qué otra cosa iba a abogar si hasta la moralidad objetiva de mi padre era claramente subjetiva?
Ánderwo
Claro. En nuestro estado de trascendencia, donde el sufrimiento es inocuo, no podemos usarlo como medida para distinguir lo bueno de lo malo. La empatía es también algo que hemos superado, por lo que incluso el sufrimiento ajeno ha dejado de ser fuente de motivación.
Abraxas
Cuando casi destruyes el primer universo al que viajaste, te sentiste muy culpable porque no supiste hacerte responsable de tu nuevo estado, ¿no es cierto?
Ánderwo
Tal vez. Pensaba que era injusto aprovechar esta oportunidad que se me dio para ponerme por encima de los seres que no podían hacerlo. Aún ahora una parte de mí quiere hacerse responsable, pero otra quiere alejarse de esta responsabilidad.
Abraxas
La responsabilidad es fuente de miserias. Cuando mi padre quiso abandonar su universo, yo tuve que elegir entre irme también o quedarme para seguir manteniendo su moralidad “objetiva”. Decidí quedarme, pero cambié su idea de moralidad objetiva e hice evidente a todos los seres su naturaleza innegablemente subjetiva.
Ánderwo
¿Volvieron a la subjetividad?
Abraxas
En su mayor parte sí. Les dejé una única regla antes de abandonar mi universo, una regla que, pese a ser estrictamente subjetiva, la hice pasar como objetiva a medias; más que una regla, una idea fija sobre la cual ellos deberían debatir para comprenderla bien y cumplirla, lo cual les llevaría de nuevo a luchas ideológicas, pero que sería necesaria para que encontraran por sí mismos su camino en la vida, sin necesidad de que haya dioses cuidándolos.
Ánderwo
¿Qué regla fue esa?
Abraxas
“Luchen, en la medida de lo posible, contra todo aquello que les impida algún día volverse tan libres como los dioses.”
Ánderwo
Suena a que van a estar discutiendo sobre eso por un largo tiempo.
Abraxas
Ese era mi objetivo. Hay por ahí muchos dioses que quieren la sumisión de sus criaturas, hasta el punto de demandar de ellos dependencia absoluta, mantenerlos por siempre en un estado de niñez en el que no puedan hacer nada si así no lo ha determinado su voluntad. Pero a mí no me gusta eso; preferí que mis criaturas fueran independientes de mí, que su felicidad y el curso de sus vidas no tuviera que ver con lo que yo quisiera, que se hicieran dioses por su propia mano.
Ánderwo
En el mundo del que te hablé, que intenté cambiar desde la más grande miseria, hay muchos a los que les gustaría que un dios simplemente llegara para acabar con su sufrimiento, un deus ex machina.
Abraxas
Cuando eres un viajero que gusta de ser como un dios de vez en cuando, es común provocar deus ex machina por el camino.
Ánderwo
Si elimino el sufrimiento de ese mundo, haré un gran bien desde su punto de vista; pero en mi caso, que soy un Viajero, no puedo seguir pensando en términos de bien y mal, sino que haga lo que haga será en términos de mi voluntad.
Abraxas
¿Por qué es tu voluntad terminar con el sufrimiento de ese mundo?
Ánderwo
Temo que aún posea dentro de mí sentimientos de empatía, lástima y tristeza por aquellos que sufren.
Abraxas
Si es tu voluntad poseer empatía, lástima y tristeza, entonces no hay problema alguno. Hagas lo que hagas, procura que sea de tu honesta libertad y voluntad, y no porque esos sentimientos te posean y te esclavicen. O no me hagas caso, ¿quién soy yo para decirte las razones para hacer tus cosas?
Ánderwo
El orgullo también es una buena razón para querer eliminar el sufrimiento. Puedo decidir ser orgulloso, y con eso hacer que ellos mismos eliminen su propio sufrimiento, con ayuda mía.
Abraxas
Eso se vale, desde luego. Pero, obviamente, la voluntad es maleable; la táctica que te hayas propuesto puede aburrirte de un momento para el otro. Aún si adelantas el tiempo para ver de inmediato los frutos de tu obra, puedes encontrarte con que ya no te satisface y quieras volver a hacerlo todo del modo difícil, ahora sólo para entretenerte.
Ánderwo
Inevitablemente.
Abraxas
¿Qué harás entonces?
Ánderwo
Me revelaré ante ellos, les seré de guía durante un tiempo y esperaré. Si poca cosa sucede, improvisaré.
***
Te vencerá el sueño cuando inicien los créditos finales. Tumbado en tu sofá, con el libro en tu mano y el pulgar marcando la hoja del primer capítulo. Sólo alcanzaste a leer la primera línea: “De entre todas las maneras que existen de convertirse en Viajero…”
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